Antonio González Agroculturamente

¿Quién soy?

Toca ahora daros una imagen de mí mismo lo más fiel posible a como me veo y no tanto a como quiero que me veáis. Esta tarea tiene sus dificultades porque la necesidad de ser bien valorados es un motivo que puede comprometer este propósito, pero aún así…. allá que voy.

¡Nací en la década de los años 60 del siglo pasado o sea que ya tengo una edad, pero… me sigo viendo joven! No es que valore de forma especial la juventud, de hecho, creo que la edad es un grado y lo digo por la experiencia que me dan los años. Tal vez, sentirnos siempre más jóvenes de lo que somos se deba a esa tendencia de nuestra mente de resistirse a aceptar el desgaste que supone el paso del tiempo. En cualquier caso, lo mismo que un bosque cuanto más viejo más vivo, me quedo con cuantos más años más vida…. vivida.
Soy de pueblo, de familia humilde y agricultora. Si humus y humildad son conceptos relacionados, considero que mostrarse humilde es el fértil suelo donde arraiga la disposición al cambio, la tolerancia y el conocimiento. Crecí ayudando a mis padres en las faenas del campo y de ellos aprendí el apego a la tierra y el valor del esfuerzo.

Tal vez reconocerme con timidez y torpeza social fuera lo que me inclinó a formarme en psicología y, más tarde, a doctorarme con una tesis sobre ‘La preocupación por la calidad del medio ambiente’. Algunas de mis publicaciones científicas las volcaré en este sitio por si al menos resultaran curiosas.

A lo largo de los años, he trabajado como psicólogo clínico, docente universitario, y aún hoy como psicólogo en residencia de mayores y, de una u otra forma, siempre me he ocupado en faenas de cultivo de la tierra y de cuidado de las plantas. Intento aunar la dimensión natural de la agricultura y la dimensión social de la psicología, que ahora quieren nutrirse entre sí con el desarrollo de este proyecto.

Me gusta especialmente cuidar de las personas, mirar a los ojos, aprender, sentir estados de ánimo con la música, tocar con mis manos la tierra, contemplar los paisajes, identificarme con los árboles y ver los pájaros saltar graciosos de rama en rama. Sigo disfrutando de perderme por los alrededores de mi ciudad, Cuenca, sintiendo ese estupor revitalizante que me produce la belleza natural.

Después de todo, he conseguido desenvolverme en las relaciones personales con desenfado, utilizando el buen humor como sustrato. A pesar de los años, aún me dicen que soy un ingenuo, quizás porque confiar ciegamente en la bondad de la gente me lleva a menudo a tropezar en la misma piedra. Y, como Anteo, cada día necesito poner los pies en la tierra.


Agroculturamente © 2022 - Antonio Gónzalez
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